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El mito de la media naranja: el banquete de Platón

La liberación de la mujer parece un hecho evidente, sin embargo, siguen existiendo preceptos culturales que hacen que dicha liberación no sea más que un espejismo. Tenemos un claro ejemplo en la cultura del amor romántico, en la búsqueda de la media naranja que nos complete. Creencias que nos hacen sentir como personas incompletas, nos crean un miedo y rechazo a la soledad, la necesidad de tener una pareja y nos arrastraran a la dependencia y la sumisión.

La búsqueda de la media naranja, en muchos casos, se acaba convirtiendo en el encuentro de un limón. 

Alguna vez te has preguntado de dónde viene el concepto de la búsqueda de la media naranja.

Corría el año 380 a.c cuando Platón escribió “El Banquete”

En el Banquete se propone encomiar a Eros. Cada uno de los asistentes al banquete, muy hombre y muy sabios todos, en la sobremesa encomia al conocido Dios del Amor. Es Aristófanes quien ofrece la teoría de los seres redondos que da origen a la búsqueda de la media naranja. Además no se queda ahí, también hace alusión a la orientación sexual y a otros tipos de sexualidades, exaltando la homosexualidad masculina y despreciando la androginia.

¿Por qué no es bueno perpetuar la búsqueda de la media naranja? Inculcar los valores de qué somos personas incompletas no es bueno ni sano para las personas en general y para las mujeres en particular. La estructura patriarcal que vivimos y perpetuamos, unos más que otras, pretende hacer de la mujer , y en muchos casos lo consigue, un ser débil y dependiente. La creencia de que hay que buscar la media naranja que nos complete nos hace sentir personas: inferiores, incompletas, inseguras, ansiosas, angustiadas y deprimidas en muchos casos.

Esta búsqueda desorbitada de un amor romántico»hacia la mitad de nuestro ser que nos robaron los Dioses» se convierte en un servilismo extremo o sumisión al encuentro de lo que se cree la media naranja. Estas conductas además de no ser sanas, porque te abandonas a ti misma para ser la sierva de otra persona, pueden acabar en episodios de violencia de género.

Es un hecho que hay que romper los mitos románticos para luchar contra la violencia de género.

La verdadera felicidad comienza por sentirse una persona plena y completa. Es muy importante ser una misma. La educación que recibimos a día de hoy es generalmente sexista y falocéntrica, por lo que muchas personas a lo largo de su vida tienen que dedicar un tiempo a encontrarse y redefinir los valores que le definen apartando los que le han estado inculcando, entre ellos los referentes al amor y el sexo.

Tenemos que crear una cultura de respeto y conocimiento en la que sexo, género y orientación sexual entre otros conceptos son aceptados y respetados sin más, sin ningún tipo de condicionamiento y discriminación por ello.

Muchas mujeres necesitan empoderarse para ser ellas mismas y empezar a vivir.

El Empoderamiento Femenino es el reconocimiento, aceptación y desarrollo del poder interno que cada mujer tiene. Sus propias capacidades, las que le definen y hacen única.

Como consecuencia de este autoconocimiento y desarrollo se produce una confianza y fortaleza  que hará que cada mujer, sea capaz de conseguir su emancipación personal a todos los niveles: espiritual, social, político y económico.

Cada mujer configurará su vida y su feminidad atendiendo a sus necesidades propias y no a los roles y estereotipos marcados y preestablecidos por la sociedad patriarcal dominante, siendo así, una mujer empoderada aquella capaz de romper los roles de género para ser fiel a sí misma.

Miriam Gómez Galocha

Empoderamiento Femenino

Cuando una persona se valora y se empodera, aprender a disfrutar y respetar a las personas tal y como son. No hay que modelar a nadie a nuestro gusto,al igual que nadie debe pretender modelarnos. Lo más importante es aceptar a cada uno como es y tenerlo más cerca o más lejos según lo que te aporte. Es importante rodearnos de personas que nos sumen, que nos hagan mejores personas. Hay que evitar a la gente tóxica, la que nos restan y nos hacen sentir mal o ser peores personas.

Si ahondas e interiorizas estos conceptos y realmente dejas de esperar o exigir cosas a otras personas, aunque sean tus familiares o pareja y exiges que tampoco te lo hagan a ti, tu bienestar aumenta y tu karma crece. Uno de los mayores problemas que tienen las parejas hoy en día, problemas que se comparten también en cualquier otro tipo de relaciones humanas son: «el esperar…» Lo que tu piensas que el otro tiene que hacer no es real, es tu visión sesgada y subjetiva de una situación concreta, y también al contrario lo que el otro quiere de ti. Si aprendes a depender de ti misma y dejas de esperar que otra persona haga lo que tu crees que tiene que hacer, o dejas de hacer lo que otras personas esperan que tu hagas aunque esto no sea lo que tu quieres, eres más respetuoso con ellos y contigo, y llegas a ser más feliz. Creo que esto es la definición de que una persona que esta a tu lado te suma.

Como conclusión, cada una de nosotras debemos conocernos, aceptarnos y crecer como personas rodeándonos de otras personas que nos hagan ser mejores y uniéndonos a aquellas que más nos aporten. Hay que desechar la idea de que existe por ahí una persona que es la mitad nuestra, evitaremos también así el sentimiento de posesión del otro.

Tu media naranja eres tú, tu yo perdido, el que la sociedad te ha quitado para empequeñecerte y dominarte. Encuéntrala en ti misma y como persona completa sal a disfrutar del mundo que te rodea sin juzgar ni exigir. Sin aguantar a nadie que no te sume y te haga mejor. Siéntete libre, completa e intenta ser feliz.

Para saber más 🙂 Os dejo aquí el fragmento de El Banquete de Platón:

El banquete, Platón

“En primer lugar, tres eran los sexos de las personas, no dos, como ahora, masculino y femenino; sino que había, además, un tercero que participaba de estos dos, cuyo nombre sobrevive todavía, aunque él mismo ha desaparecido. El andrógino, en efecto, era entonces una cosa sola en cuanto a forma y nombre, que participaba de uno y de otro, de lo masculino y de lo femenino, pero que ahora no es sino un nombre que yace en la ignominia.

En segundo lugar, la forma de cada persona era redonda en totalidad, con la espalda y los costados en forma de círculo. Tenía cuatro manos, mismo número de pies que de manos y dos rostros perfectamente iguales sobre un cuello circular. Y sobre estos dos rostros, situados en direcciones opuestas, una sola cabeza, y además cuatro orejas, dos órganos sexuales, y todo lo demás como uno puede imaginarse a tenor de lo dicho.

Caminaba también recto como ahora, en cualquiera de las dos direcciones que quisiera; pero cada vez que se lanzaba a correr velozmente, al igual que ahora los acróbatas dan volteretas circulares haciendo girar las piernas hasta la posición vertical, se movía en círculo rápidamente apoyándose en sus miembros que entonces eran ocho.

Eran tres los sexos y de estas características, porque lo masculino era originariamente descendiente del sol, lo femenino, de la tierra y lo que participaba de ambos, de la luna, pues también la luna participa de uno y de otro. Precisamente eran circulares ellos mismos y su marcha, por ser similares a sus progenitores.

Eran también extraordinarios en fuerza y vigor y tenían un inmenso orgullo, hasta el punto de que conspiraron contra los dioses. Y lo que dice Homero de Esfialtes y de Oto se dice también de ellos: que intentaron subir hasta el cielo para atacar a los dioses. Entonces, Zeus y los demás Dioses deliberaban sobre qué debían hacer con ellos y no encontraban solución. Porque, ni podían matarlos y exterminar su linaje, fulminándolos con el rayo como a los gigantes, pues entonces se les habrían esfumado también los honores y sacrificios que recibían de parte de los hombres, ni podían permitirles tampoco seguir siendo insolentes.

Tras pensarlo detenidamente dijo, al fin, Zeus: Me parece que tengo el medio de cómo podrían seguir existiendo los hombres y, a la vez, cesar de su desenfreno haciéndolos más débiles.

Ahora mismo, dijo, los cortaré en dos mitades a cada uno y de esta forma serán a la vez más débiles y más útiles para nosotros por ser más numerosos. Andarán rectos sobre dos piernas y si nos parece que todavía perduran en su insolencia y no quieren permanecer tranquilos, de nuevo, dijo, los cortaré en dos mitades, de modo que caminarán dando saltos sobre una sola pierna. Dicho esto, cortaba a cada individuo en dos mitades, como los que cortan las serbas y las ponen en conserva o como los que cortan los huevos con crines.

Y al que iba cortando ordenaba a Apolo que volviera su rostro y la mitad de su cuello en dirección del corte, para que el hombre, al ver su propia división, se hiciera más moderado, ordenándole también curar lo demás.

Entonces, Apolo volvía el rostro y, juntando la piel de todas partes en lo que ahora se llama vientre, como bolsas cerradas con cordel, la ataba haciendo un agujero en medio del vientre, lo que llamamos precisamente ombligo.

Alisó las otras arrugas en su mayoría y modeló también el pecho con un instrumento parecido al de los zapateros cuando alisan sobre la horma los pliegues de los cueros. Pero dejó unas pocas en torno al vientre mismo y al ombligo, para que fueran un recuerdo del antiguo estado.

Así, pues, una vez que fue seccionada en dos la forma original, añorando cada uno su propia mitad se juntaba con ella y rodeándose con las manos y entrelazándose unos con otros, deseosos de unirse en una sola naturaleza, morían de hambre y de absoluta inacción, por no querer hacer nada separados unos de otros.

Y cada vez que moría una de las mitades y quedaba la otra, la que quedaba buscaba otra y se enlazaba con ella, ya se tropezara con la mitad de una mujer entera, lo que ahora llamamos precisamente mujer, ya con la de un hombre, y así seguían muriendo.

Compadeciéndose entonces Zeus, inventa otro recurso y traslada sus órganos genitales hacia la parte delantera, pues hasta entonces también éstos los tenían por fuera y engendraban y parían no los unos en los otros, sino en la tierra, como las cigarras. De esta forma, pues, cambio hacia la parte frontal sus órganos genitales y consiguió que mediante éstos tuviera lugar la generación en ellos mismos, a través de lo masculino en lo femenino, para que si en el abrazo se encontraba hombre con mujer, engendraran y siguiera existiendo la especie humana, pero, si se encontraba varón con varón, hubiera, al menos, satisfacción de su contacto, descansaran, volvieran a sus trabajos y se preocuparan de las demás cosas de la vida.

Desde hace tanto tiempo, pues, es el amor de los unos a los otros innato en los hombres y restaurador de la antigua naturaleza, que intenta hacer uno solo de dos y sanar la naturaleza humana. Por tanto, cada uno de nosotros es un símbolo de hombre, al haber quedado seccionado en dos de uno solo, como los lenguados.

Por esta razón, precisamente, cada uno está buscando siempre su propio símbolo. En consecuencia, cuantos hombres son sección de aquél ser de sexo común que entonces se llamaba andrógino son aficionados a las mujeres, y pertenece también a este género la mayoría de los adúlteros; y proceden también de él cuantas mujeres, a su vez, son aficionadas a los hombres y adúlteras.

Pero cuántas mujeres son sección de mujer, no prestan mucha atención a los hombres, sino que están inclinadas a las mujeres, y de este género proceden también las lesbianas.

Cuántos, por el contrario, son sección de varón, persiguen a los varones y mientras son jóvenes, al ser rodajas de varón, aman a los hombres y se alegran de acostarse y abrazarse; éstos son los mejores de entre los jóvenes y adolescentes, ya que son los más viriles por naturaleza.

Algunos dicen que son unos desvergonzados, pero se equivocan. Pues no hacen esto por desvergüenza, sino por audacia, hombría y masculinidad, abrazando a lo que es similar a ellos. Y una gran prueba de esto es que, llegados al término de su formación, los de tal naturaleza son los únicos que resultan valientes en los asuntos políticos. Y cuando ya son unos hombres, aman a los mancebos y no prestan atención por inclinación natural a los casamientos ni a la procreación de hijos, sino que son obligados por la ley, pues les basta vivir solteros todo el tiempo en mutua compañía.

Por consiguiente, le el que es de tal clase resulta, ciertamente, un amante de mancebos y un amigo del amante, ya que siempre se apega a lo que le está emparentado.

Pero cuando se encuentran con aquella autentica mitad de sí mismos tanto el pederasta como cualquier otro, quedan entonces maravillosamente impresionados por afecto, afinidad y amor, sin querer, por así decirlo, separarse unos de otros ni siquiera por un momento.

Éstos son los que permanecen unidos en mutua compañía a lo largo de toda su vida, y ni siquiera podrían decir qué desean conseguir realmente unos de otros. Pues a ninguno se le ocurriría pensar que ello fuera el contacto de las relaciones sexuales y que, precisamente por esto, el uno se alegra de estar en compañía del otro con tan gran empeño.

Antes bien, es evidente que el alma de cada uno desea otra cosa que no puede expresar, si bien adivina lo que quiere y lo insinúa enigmáticamente.

Y si mientras están acostados juntos se presentara Hefesto con sus instrumentos y les preguntara: ¿Qué es, realmente, lo que quieren, hombres, conseguir uno del otro?, y si al verlos perplejos volviera a preguntarles: ¿Acaso lo que desean es estar juntos lo más posible el uno del otro, de modo que ni de noche ni de día se separen el uno del otro? Si realmente quieren esto, quiero fundirlos y soldarlos en uno solo, de suerte que siendo dos lleguen a ser uno, y mientras vivan, como si fueran uno sólo, vivan los dos en común y, cuando mueran, también allí en el Hades sean uno en lugar de dos, muertos ambos a la vez.

Miren, pues, si desean esto y estarán contentos si lo consiguen. Al oír estas palabras, sabemos que ninguno se negaría ni daría a entender que desea otra cosa, sino que simplemente creería haber escuchado lo que, en realidad, anhelaba desde hacía tiempo: llegar a ser uno solo de dos, juntándose y fundiéndose con el amado

Pues la razón de esto es que nuestra antigua naturaleza era como se ha descrito y nosotros estábamos íntegros.

Amor es, en consecuencia, el nombre para el deseo y la persecución de esa integridad. Antes, como digo, éramos uno, pero ahora por nuestra iniquidad, hemos sido separados por la divinidad, como los arcadios por los lacedemonios. Existe, pues, el temor de que, si no somos mesurados respecto a los dioses, podamos ser partidos de nuevo en dos y andemos por ahí como los que están esculpidos en relieve en las estelas, serrados en dos por la nariz, convertidos en téseras.

El Banquete, Platón.

By Galocha

Publicado por Miriam Gómez Galocha

Pedagoga, sexóloga y feminista.

Un comentario en “El mito de la media naranja: el banquete de Platón

  1. Hola a todas chicas!!! Excelente nota, sobre todo para mujeres como yo que está en pareja y los problemas diarios muchas veces hace que el equilibrio en la pareja se diluya. He leído un artículo sobre pareja muy interesante, si a a alguien le interesa le dejo el link: xxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxx

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