La prevención de agresiones sexuales empieza por una correcta educación sexual. Pero por desgracia sabemos que está educación no se da siempre y por lo tanto vamos a dar una serie de pistas que nos pueden hacer saltar las alarmas con los más pequeños de nuestro entorno.
Las agresiones sexuales a menores se han dado siempre, no pensemos que en los últimos años han aumentado, sino que se tienen más conocimientos de ellas.
Vamos a entender como abuso o agresión sexual a un menor cuando se usa el chantaje, engaño o la fuerza para que el menor satisfaga al agresor sexualmente.
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El agresor suele ser un conocido del cual el menor no desconfía. El que si puede desconfiar es el adulto si alguien que ahora es cercano a la familia no tiene el comportamiento que cabe esperar. No hay que obsesionarse pero tampoco está mal ponerse alerta si de ello puede depender el bienestar de nuestros menores.
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Los abusos sexuales a menores se dan en todas las clases sociales.
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Los menores pueden no darse cuenta de lo que ocurre y por eso no lo cuentan. Recordemos que la mirada de un niñ@ es limpia y en ellos no existe la lujuria, la pornografía ni los malos pensamientos sexuales, por eso para ellos puede pasar desapercibida la situación como lo que realmente es.
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Los menores pueden estar amenazados y temer las consecuencias de decir lo que les pasa. Los menores suelen ser lo suficientemente frágiles para que se vean achantados ante las amenazas de su agresor.
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Los niños no se inventan cosas así, hay que creerles y no alarmarles. Lo más posible es que el niño haga algún comentario en el que al adulto no le quepa la duda de que están abusando de él. Es entonces cuando el adulto tiene que tomar las riendas de la situación, respirar hondo y reflexionar sobre qué y cómo hacer para verificar que el agresor, lo es. Ante todo hay que proteger al menor e intentar no crear traumas innecesarios. El menor tiene que seguir con sus rutinas cotidianas, y se debe evitar que detecte el nerviosismo y que piense que él/ella es el culpable de una situación terrible. Siempre se puede buscar ayuda especializada.
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Si se sospecha de algún caso hay que denunciar para proteger a los menores. Las autoridades pertinentes se ocuparan de poner al menor a salvo.
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Los menores pueden tener un cambio de comportamiento involuntario que a los adultos le pueden alertar. Si en un momento puntual un comportamiento te “chirría” no pierdes nada en ponerte alerta, pero no te obsesiones.
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Los niños son sinceros. La sinceridad de los menores hace que sea muy fácil detectar anomalías en el comportamiento de algún adulto que pase mucho tiempo con ellos a solas, sólo con hacerle unas simples preguntas. No lo dejes al azar, protege al menor y si tienes que llegar a este punto estudia tu estrategia.
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Las redes sociales, un nuevo modo de abuso. Hoy en día han aumentado los abusos que empiezan a través de las redes sociales. No prohíban a sus hijos menores el uso de ellas, pero vigilen periódicamente sus movimientos y nuevas amistades.
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Educar en el respeto, la tolerancia, la igualdad de sexos y el desarrollo de la autoestima al menor de ahora, ayudará al adulto del futuro y protegerá también a los futuros menores. Por ello es muy importante que los padres se preocupen del bienestar y la educación sexual de sus hijos ahora, como menores que crecerán y queremos que sean adultos estables.
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Miriam Gómez