La sexualidad cómo parte inherente al ser humano está en continua evolución. En ella intervienen tanto factores internos como externos. Necesitamos aprender sobre sexo de manera general y sobre nuestra sexualidad femenina de manera particular. Cada mujer es única; somos tan iguales y tan distintas todas que no podemos hacer otra cosa que aprendernos.
Necesitamos herramientas educativas, que nos enseñen a comprender, desarrollar, respetar y madurar nuestra propia sexualidad. A valorar nuestro yo interno en la sociedad y la cultura en la que nos ha tocado vivir. Tenemos que aprender a ser críticas, a evaluar qué es bueno para nosotras y qué no. Aprender qué parte de los movimientos sociales nos someten con las promesas de hacernos libres. Y con esto llego a la reflexión que quiero exponer hoy sobre la píldora anticonceptiva.
Veamos un poco de historia:
9 de mayo de 1960, la Agencia de Alimentos y Medicamentos (Food and Drug Administration, FDA) de Estados Unidos anunció la aprobación del primer anticonceptivo oral que marcaría el camino para la revolución sexual de los años sesenta. Ya había sido aprobado en 1957 para molestias menstruales severas. Solo podía ser prescrita a mujeres casadas. En muchos estados continuó siendo ilegal durante varios años.
Fue un paso muy importante para el feminismo y la llamada revolución sexual durante las dos décadas siguientes.
Pero de esto hace casi 58 años ¿Sigue teniendo sentido hoy?
Desde su introducción al mercado en Europa en el año 1961, la píldora anticonceptiva ha tenido un desarrollo y evolución constante que ha ido en paralelo al de la propia mujer.
Uno de los mayores logros que alcanzamos con la píldora es el de ser capaces de separar los conceptos de sexualidad y procreación. El sexo ya no era solo una forma de procrear. Empieza la era del disfrute. Lo cual no fue visto igual por todos los sectores, sobre todo por los más represivos y conservadores.
En España la evolución fue muy diferente. Tardamos casi dos décadas en llegar a su legalización.
El 7 de octubre de 1978
Mediante la modificación del artículo 416 del Código Penal, el 7 de octubre de 1978 se legalizó la píldora como método anticonceptivo en España. Este hecho se enmarca en una época de profundos cambios políticos y sociales, que permitieron que la mujer ganara nuevos derechos en todos los ámbitos de su vida.
Aunque su legalización no se produjo hasta octubre de 1978, la píldora empezó a comercializarse en España en 1964. Durante el periodo que transcurrió entre su introducción al mercado y su legalización, miles de mujeres la utilizaron como método anticonceptivo, aunque oficialmente solo se autorizaba en tratamientos ginecológicos, bajo el eufemismo de “regular el ciclo menstrual”. Se calcula que en 1975 ya tomaban la píldora unas 500.000 mujeres españolas, una cifra que solo cinco años después se había duplicado.
En esos momentos, la situación de la mujer era bastante complicada. Estábamos sumergidas en una lucha por nuestros derechos sexuales y reproductivo, derechos que a día de hoy aún no tenemos del todo conseguido. Y la píldora fue una liberación. Por fin podríamos mantener sexo sin tener que preocuparnos de un embarazo no deseado. Fueron años de reencontramos con nuestra sexualidad.
La píldora que tuvo un papel muy importante para la liberación sexual de la mujer, para conseguir visibilizar que existe una sexualidad del placer que nada tiene que ver con la procreación. Esa misma píldora que se nos presentaba cómo una liberación sexual, hoy no tiene sentido. Ya casi hemos superado el reconocer una sexualidad femenina más allá de la procreación. Ahora nos toca aprender, aprender de verdad sobre nosotras.
Al principio de esta entrada os decía que necesitamos herramientas para poder conocer y decidir sobre nuestra sexualidad. Existe un fenómeno cuanto menos curioso y es que si tu preguntas a las mujeres que usan la píldora como método anticonceptivo qué es lo que la píldora hace realmente en su cuerpo, la mayoría no tiene ni idea. No saben los efectos secundarios, ni el mecanismo, ni nada. De echo, la mayoría ni siquiera se lo ha planteado.
El contexto social es importante cuando nos desarrollamos sexualmente. Y tomar la píldora en la década de los 60 seguramente fuera liberador pero la sociedad ha cambiado mucho desde entonces. Ahora sabemos muchas más cosas sobre la sexualidad femenina que nos pueden ayudar a elegir un método anticonceptivo más eficaz y respetuoso con nuestros cuerpos. Bueno, mejor dicho, ahora existe un conocimiento más real y respetuoso sobre la sexualidad femenina, que no es accesible a todo el mundo. No porque las personas que lo poseemos no queramos, sino porque no existe una educación sexual real de calidad que este reglada y controlada. Porque la información buena navega junto a la mala por internet. Una pena, porque con ese conocimiento sí seriamos capaces de desarrollarnos saludablemente y elegir nuestro mejor método anticonceptivo ideal, que en algunos casos podría ser la píldora, pero en muchos otros no.
Como en muchas otras cuestiones, y ahora hablo de política y economía, a alguien le interesa que sigamos usándola. Por supuesto a quien obtiene algún beneficio de ello. Los hombres y la industria farmacéutica.
Me aterroriza pensar cómo a las niñas, las jovencitas, que tendrían que empezar a conocer sus cuerpos, sus ciclos y su sexualidad se les receta en masa píldoras anticonceptivas. Por regularle los periodos, dicen. ¿Qué periodos van a regular si se los están eliminando? ¿Saben realmente qué es lo que hace la píldora? ¿Saben realmente los efectos secundarios? ¿Han hecho un estudio y valorado si es realmente ese el método anticonceptivo ideal?
Aunque resulte increíble, sobre todo para las personas que dominamos el conocimiento de la sexualidad femenina, llevamos aguantando los efectos secundarios de la píldora liberadora más de 50 años. Pero claro la pregunta sería ¿Conocemos esos efectos secundarios?
Yo estoy convencida de que existen formas de ejercer el empoderamiento femenino y un activismo feminista que no incluye el uso de píldoras anticonceptivas. Hoy no. No tiene sentido con toda la información que tenemos para conocer nuestros cuerpos, nuestros ciclos.
Las píldoras anticonceptivas no dejan de ser una droga. Una sustancia artificial que esta actuando sobre tu organismo. ¿Sabes cual es realmente su función? ¿Sabes que efectos tiene sobre tu cuerpo?
A modo de resumen rápido te diré que la píldora te desconecta de tu cuerpo. Literalmente corta la comunicación entre tu cerebro y tus ovarios. Y por ello dejamos de ovular. Porque aunque sigáis sangrando, no os están controlando la menstruación, al menos no como vulgarmente se conoce, sino que directamente dejas de ovular. Lo que controlan es un sangrado artificial.
Que digo yo, que ya que se ponen han tenido más de 50 años para inventar otra que al menos no tengamos que simular también el sangrado*. Así de paso nos ahorramos unos euros, aunque sean los que nos vamos a gastar en la nueva revolución (léase con ironía).
*Ya existe esta píldora que elimina el sangrado, pero es poco conocida y utilizada.
Otra de las funciones de la píldora es que dejes de fabricar moco cervical de calidad fértil, por lo que difícilmente un espermatozoide puede vivir o subir en busca del ovulo.
Y además la píldora va a impedir que el endometrio se desarrolle, por lo que el óvulo no tendría donde implantarse.
Pero ojo, que también tiene muchos otros efectos sobre tu cuerpo:
La píldora reduce tu deseo sexual. Al desconectar tus ovarios, la píldora esta impidiendo la creación de hormonas; estrógenos, progesterona y testosterona. Con las inhibición de las dos primeras conseguimos no ovular. Y con la desaparición de la testosterona, el impulso, el deseo sexual desaparece. Muchas mujeres se pueden ver identificadas en la disminución del deseo sexual con el uso de la píldora de manera prolongada.
La píldora puede causar dolor sexual y encogimiento del clítoris.
La lubricación se ve afectada y las relaciones sexuales pueden ser dolorosas por la sequedad de la vagina.
El uso de la píldora a largo plazo aumenta el riesgo de padecer cáncer de útero.
El uso de píldora a largo plazo se asocia a un retraso de la fertilidad, una fertilidad que ha cambiado.
El uso de la píldora causa depresión y ansiedad.
El efecto secundario más grave de la píldora es un incremento en las posibilidades de sufrir ataques cardíacos, alta presión sanguínea y coágulos sanguíneos. Efectos menos nocivos incluyen dolores de cabeza, dolor de pechos, náuseas, vómitos, hinchazón.
Curiosidades:
En la revista Newsweek en una edición especial de 1999, en la que se encuestó a 80 científicos para determinar los 10 inventos más importantes de los últimos dos mil años. Al lado de la energía nuclear, la imprenta o los computadores, los expertos situaron la píldora anticonceptiva, argumentando que:
Cambió para siempre el rol social de la mujer y la conformación tradicional de la familia.
Iré contestando a todas las preguntas que he lanzado a lo largo de la argumentación. Con esta entrada me gustaría fomentar una mirada crítica hacia lo que socialmente esta aceptado como bueno para nuestra sexualidad y que no siempre tiene porque ser así.
¿Es la píldora tu método anticonceptivo ideal?
Espero vuestras respuestas.
¿Quieres estar informada de las últimas novedades y futuras promociones? Apúntate ya a mi Newsletter aquí
Miriam Gómez